Los molosos son un grupo de perros caracterizados por tener una constitución musculosa, mandíbulas grandes y fuertes, hocico corto y una gran cabeza, lo que los convierte en excelentes perros guardianes y defensores, aunque algunas razas nacieron con otros propósitos como el pastoreo del ganado.
El nombre de este grupo de perros procede de Molosia, en la antigua región de Epiro (Grecia). Por aquellos tiempos los perros eran conocidos por cuidar las greyes y por combatir en guerras. Por ellos los perros que cuentan con estas características se denominan molosos o molosoides.
Existen relieves pertenecientes al arte asirio que muestran perros similares a los actuales molosos, lo cual los sitúa desde la antigüedad en Oriente Próximo. Por ello algunas teorías defienden que su origen estaría allí y que los fenicios fueron quienes los introdujeron en Europa. También se dice que fue Alejandro Magno quien los llevó consigo a Grecia tras la conquista de Persia. En algunos lugares estos perros reciben el nombre de alanos, atribuyéndose su origen a la invasión del pueblo homónimo, lo que reforzaría la teoría del origen persa.
Lo cierto es que en Molosia fueron muy apreciados, alcanzando gran fama fuera de sus fronteras. Con la expansión del Imperio romano estos perros se distribuyeron por todos sus territorios, usándose en el anfiteatro y en el campo de batalla.
A través de Marco Polo se sabe de la existencia en el Tíbet de un tipo de perro grande del que dijo que era "alto como un burro y potente como un león". Estos canes se pueden identificar con el actual dogo del Tíbet.
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